martes, 10 de junio de 2008

FERNANDO ULLOA


Sabido es por todos que el 30 de mayo falleció Fernando Ulloa. Supervisor, analista, institucionalista, excelente terapeuta, amigo en nuestro ámbito. Muy querido para Tato y todos nosotros. Aqui trascribimos una parte de "Sociedad y Crueldad".
El escenario donde el cachorro humano se va constituyendo sujeto pulsional es el de la ternura. Cuando se habla de la ternura, uno tiene la sensación de que, si bien es una idea valorada, la misma aparece dudosamente articulada sólo a lo blando del amor. Sin embargo la ternura es el escenario formidable donde el sujeto no sólo adquiere estado pulsional, sino condición ética. De ahí que hablar de la ternura en la Casa de las Madres, evocar la epopeya de estas mujeres de la Plaza, el momento en que surgieron y la lucha sostenida que mantienen, es un ejemplo de lo que representa la firmeza de la ternura en la organización y defensa de los valores éticos del sujeto social. Si la crueldad excluye al tercero de la ley, en la ternura éste tercero siempre resulta esencial, lo que no supone necesariamente una presencia concreta, ya que a lo largo de la civilización, esa terceridad se ha ido incorporando en la estructura psíquica del dador de la ternura, prevalentemente en la madre. Cuando esto no es así, puede que la ternura claudique. Es el tercero social el que acota la "libertad" pulsional del adulto y de ahí, el surgimiento, cuasi sublimado, de la ternura materna responsable de la pulsionalización del hijo. A su vez cabe insistir en que el nivel pulsional será límite al instinto. Una precaria pulsionalización, por fracaso de los suministros tiernos, tendrá como consecuencia la no represión instintiva, esa mermada herencia que acompaña la inmadurez biológica con que nace el niño. Mermada pero potencialmente activable si las condiciones son de sobrevida. Además si el nivel pulsional, es precario establecimiento, no sólo no marcará el límite con lo instintivo, sino que terminará "corrompiendo al instinto". Mucho se ha escrito en relación a ésto, acerca de la civilización y la barbarie, pero lo que aquí quiero rescatar es que la crueldad, así entendida, es patología de fronteras entre el instinto y lo pulsional entremezclados. Bastará la oportunidad del necesario dispositivo sociocultural, para que ésta mezcla bárbara advenga cruel.Creo que debo decir algo más sobre la ternura para que lo anterior resulte más claro. Decir, que si la madre, ejerciendo los suministros tiernos, no sobre agrede, ni sobreexcita al niño, ésta coartación de su pulsión frente al hijo, no la hay con su compañero, tanto en el juego sexual como en la agresión, cuando la cosa llama a pelea. La coartación implica desde la perspectiva psicoanalítica ­ya lo adelanté- cierta estación elemental de sublimación que dará origen a dos producciones ejes de la ternura. Por un lado la "empatía" que garantiza el suministro de lo necesario para el niño. La segunda producción es el "miramiento" en su significado de mirar con considerado interés, con afecto amoroso, a quien habiendo salido de las propias entrañas, es reconocido sujeto distinto y ajeno. Si la empatía garantiza los suministros necesarios a la vida, el miramiento promueve el gradual y largo desprendimiento de este sujeto hasta su condición autónoma. Es más, el miramiento acota la empatía para evitar sus abusos. La ternura supone tres suministros básicos: el abrigo, el alimento y el "buen trato". Después de pensar mucho acerca de cómo nombrar el afecto de ternura, terminé definiéndolo como buen trato, trato según arte, trato pertinente. Pero fundamentalmente un trato que alude a la donación simbólica de la madre hacia el niño. En la medida que la madre, y demás dadores de la ternura, desde la empatía y el miramiento, decodifican las necesidades traduciéndolas en satisfacción merced a los suministros adecuados, estas necesidades satisfechas, irán organizando un código comunicacional presidido por la palabra. El infante irá tomando palabra, construyendo una lengua. Por supuesto que buen trato alude al sentido generalizado de la ternura como referente al amor. Un buen trato del que derivan todos los "tratamientos" que el sujeto recibe a lo largo de la vida, en relación a la salud, la educación, el trabajo, de hecho al amor, etc.Tal vez por todo lo anterior cada vez que tengo que enfrentar una actividad de derechos humanos: un peritaje, el tratamiento de una víctima directa o indirecta de la represión, quizá de la mortificación de la que luego hablaré, e incluso cuando debo escribir un texto teórico o hacer una transmisión como ésta, intento siempre establecer el telón de fondo de la ternura para confrontar y destacar nítidamente el insulto mayor de la crueldad.