Por Carolina Goldman
Publicado en Campor Grupal, número homenaje a Eduardo Tato Pavlovsky, noviembre 2015
Allá por 1997, por esas cosas de la vida, alguien tuvo la brillante idea de sugerirme que Eduardo Tato Pavlovsky podía despertar mi fascinación y curiosidad.
Sabiamente me dijeron: “a vos, que el teatro y la psicología te apasionan tanto, tenés que conocerlo a Tato”
Cuando a mis 26 años, toqué el timbre en el barrio de Belgrano, en la calle Sucre, no tenía la más remota idea que estaba golpeando a la puerta de una de las etapas más ricas y emocionantes de mi vida.
A decir verdad, con un poco de vergüenza y una ignorancia casi naif, lo vi venir y abrir él mismo la puerta para hacerme pasar a su muy pequeño consultorio individual donde tuvimos mi primera e inolvidable entrevista. Lo miré, con su gran porte, impactante, alto, consistente, cálido, calmo en su decir, con ese aire tan seductor y paternal a la vez. Luego de un intercambio de palabras, y de conversar un poco sobre mis intereses y búsqueda, le pregunté con gran inocencia: “¿Se puede estudiar psicología y hacer teatro a la vez?”, ¡¡A él!!, a un pionero de las tablas y la psicoterapia, a un representante inconfundible, de que no sólo era posible sino que su historia de vida, su infinita producción teatral, psicodramática, terapéutica y su dramaturgia eran la respuesta más elocuente a mi pregunta. Estaba en el lugar correcto con la persona indicada. Felicidad plena.
Por esos tiempos, yo era estudiante de psicología y vivía en La Plata. Intentaba hacer seminarios de teatro cuando podía. Los números no me cerraban del todo y gracias a su generosidad y empatía, esa que sólo tienen los grandes maestros, pude desde el lunes siguiente, a las 9 de la mañana, comenzar a ser parte de un grupo terapéutico increíble, al que asistí todos los lunes, durante dos increíbles años, éramos todas mujeres. Me marcó, me conmovió, me habilitó a iniciar un camino, un pasaje de ida creativo e impensado, y eso sólo lo hace un grande, sencillo, atento, que promueve crecimiento, que multiplica intensidades. Me habilitó a ser…
Esas sesiones son un tesoro que guardo para siempre, el aprendizaje y las vivencias que capitalicé esos años. Devoluciones y experiencias que aún hoy producen múltiples efectos y afectos en mi diario vivir.
Tato se sentaba en la alfombra, y cuando quería levantarse era siempre con cierta molestia en una rodilla que mencionaba y se paraba para dar alguna consigna creativa con la que desplegábamos escenas y juegos dramáticos, de cuyas intervenciones y devoluciones se despertaban resonancias y “revelaciones”, que después de tantos años de terapia convencional, individual y sólo verbal, eran descubrimientos increíbles, intensos, nuevos ritmos, flujos y devenires que llenaban mi alma y corazón. Escenas desplegadas de las que tengo imágenes nítidas que mi memoria guarda celosa.
Luego se volvía a sentar y me hacía de costado como un guiño, un código, un ritual, con los dedos un gesto con el que me pedía le convidara un cigarrillo. Y yo sentía orgullo porque fumaba los míos… J
Su firme y cálido acompañamiento en tiempos donde yo buscaba un rumbo, una identidad, me llevaron por su impulso y recomendación a tomar clases de teatro con Norman Briski y a formarme en Psicodrama en el Centro que coordinaba de Psicodrama Psicoanalítico Grupal, a través del cual tuve la fortuna de cruzar gente de la calidad, ética como es la que recibí de Silvia Schverdfinger, de gran formación y creatividad, con quien superviso y trabajo desde la sede Bahía Blanca del Equipo Interdisciplinario Paso, institución que replica y multiplica el Psicodrama en Buenos Aires y Bahía Blanca, donde como directora de la sede bahiense intento abrir caminos, compartir lo aprendido y las enseñanzas que Tato nos legó.
El 27 de marzo de este año, dieciocho años después de nuestro primer encuentro, pude alegremente acompañarlo unas cuadras por mi ciudad y abrazarlo, compartir en el ámbito donde empecé y brindé talleres y espacios de Psicodrama durante catorce años, felizmente subimos del brazo por las escaleras de la Universidad Nacional del Sur donde recibió un merecido homenaje como doctor Honoris Causa. Las palabras que pudimos intercambiar no fueron sobre política ni muy solemnes ni académicas, sino sobre el amor y el paso del tiempo. ESE también era Tato.
Los duelos a veces son muy intensos. Parafraseando a Galeano, con su mar de fueguitos...imagino que los duelos se pueden clasificar así, por categorías, duelos silenciosos, duelos de hielo, duelos encapsulados, duelos que queman las entrañas, duelos que presionan la cabeza, otros que te vacían de lágrimas, otros que te liberan de peso y hasta (con culpa) pero te alivian...
Es que no digo algo nuevo si expreso que cuando alguien nos deja, cuando sufrimos una pérdida, algo de nosotros se va con ellos... la clase de duelo que hacemos está teñida por la calidad, intensidad y profundidad de las vivencias en relación a esa persona y ese vínculo. Es algo real lo vivido, pero es lo que tu mundo interno guardó, archivó, relacionó, atesoró y cuando ese otro se muere, el registro es de la misma magnitud de lo depositado en esa relación y sus circunstancias, en esa persona, pero sobre todo por todo lo recorrido en ese período con otros de ese tiempo y con vos mismo, con lo que hayas aprendido o experimentado y que se recuerda más intensamente en el duelo porque se actualiza en la pérdida. Por supuesto que es por ESE que se fue. Pero también es por uno mismo. ..
Y en el mejor de los casos, con viento a favor, gratitud y amorosidad, te reconectas con nuestro psicodramático y maravilloso aquí y ahora y volvés a tu diario vivir. Ya no serás el mismo, claro que no. Algo cambió. Alguien no está, pero el devenir, el potencial creativo y el encuentro con los demás afectos te lanzarán al ruedo y al juego nuevamente♡
Humilde, con ilusión y porque se lo debo, intentaré seguir con su legado, desde mi lugar.
Una vez me dijo: “Carolina, sos una rusa muy dramática, todo lo vivís como si fuera algo de vida o muerte, lo importante NO es el porvenir, sino el devenir…” Y tenía razón…
Resonando en los devenires y los pliegues de esta u otras vidas está y estará siempre.
GRACIAS POR TANTO
TATO QUERIDO, TAN GRANDE, ADMIRACIÓN Y AMOR INFINITO
Carolina Goldman
Directora Eipaso Bahía Blanca.